Tenía 8 años, le pidió permiso a la señorita para ir al baño y no volvió: “Está muerta, está muerta”

-Está muerta, está muerta”. Las palabras, apenas un susurro, se volvieron un eco ensordecedor durante la tarde de un lejano viernes de septiembre de 1974. En medio de la gente que empezaba a amontonarse en la zona de la escalera que llevaba al campanario de la iglesia lindera al Colegio San Marcelo de Don Torcuato estaba el cuerpo de Ana María Rivarola, Anita, una nena de ocho años.

Estaba acostada boca arriba, con el guardapolvo y la pollera levantados y la bombacha a la altura de las rodillas. La habían violado y ahorcado con las sogas que se usaban para separar los bancos de la parroquia durante las misas. El femicidio infantil de Anita Rivarola “fue un trauma” en Don Torcuato, cuando ya se respiraba miedo en el aire por el terrorismo de Estado que empezaba a gestarse

-Un manto de oscuridad y silencio cayó muy rápidamente sobre ese caso, después supe que era impunidad”, dijo a TN Sonia Almada, psicoanalista con especialización en abuso sexual y maltrato infantil, que más de 40 años después del crimen publicó “La niña del campanario”, un libro de investigación con el que logró reconstruir el trágico final de Anita.

Fue al baño y la mataron

Sonia Almada vivía en el mismo barrio y tenía la misma edad que la víctima cuando la mataron. Tal vez por eso el impacto fue aún mayor aquel 27 de septiembre, hace 48 años, cuando llegó el repartidor al despacho de pan donde trabajaba su mamá y les contó a las dos que habían “encontrado a una niña colgando del campanario del Colegio San Marcelo”.

“Nos quedamos estupefactas, pero a partir de ahí no se supo nada más”, recordó Sonia. Lo que sí estaba claro, incluso en ese momento y en medio de tanta conmoción, es que la nena estaba en horario de clases cuando ocurrieron los hechos, pidió permiso para ir al baño y nunca más volvieron a verla viva.

Después de un rato, al ver que Anita no regresaba al aula, su maestra mandó a buscarla y se descubrió el horror, aunque parcialmente en realidad. Porque todavía no se sabía que antes de matarla, el asesino también había abusado sexualmente de ella.

De Montoneros al desconocido misterioso

En diálogo con este medio, Sonia señaló que la versión “oficial” que instalaron en un principio las autoridades de la escuela fue que “un extraño que nadie conocía había entrado” y matado a Anita. Un hecho azaroso y desafortunado.

La otra hipótesis, la que corrió de boca en boca entre los vecinos del barrio, vinculó el crimen con la agrupación Montoneros. “Una teoría descabellada que cuadró con los eventos del país en ese momento”, consideró la psicoanalista, que además fundó una asociación civil dedicada a la visibilización de todo tipo de violencia hacia la infancia y la adolescencia

Pero, apuntó Sonia, la investigación “fue archivada al año” sin que estuvieran ni cerca de encontrar al responsable del homicidio. De hecho, ya casi nadie recordaba tampoco que habían asesinado a una nena dentro de su propia escuela. “La investigación parece haber chocado contra un muro infranqueable. (...) Fue muerta, sin duda alguna, para evitar que señalara a quien la había hecho objeto de malos tratos”, puede leerse en la edición de Clarín del 13 de octubre de 1974, una de las últimas referencias periodísticas al hecho

FUENTE:TN

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